domingo, 24 de mayo de 2009

Between the devil and the deep blue sea

This devil was the first left-handed drawing I made after hurting my right wrist. He would probably be upset to know he looks like a unicorn. I guess that's just part of the beauty of drawings made with the naïve hand, that they don't look quite... right. I think the texture is cool, though. But nevermind that.

I was thinking about the devil at that moment because... well, it simply came to my mind. But the reason for that was probably that the left hand has been associated with the devil in many ways throughout history... the right hand is righteous, the left hand is
sinister. Left-handedness was seen as evil for a long time in many cultures.

Unfortunately, this hasn't changed enough. Even if now lefties aren't discriminated against by society like other minorities, many still suffer from some of the consequences of being different. Teachers still often see left-handed kids as an annoyance (asking for special scissors when they don't really need them, writing all dirty, requesting to sit at particular places...) and sometimes even encourage them (I would hope no sane teacher would force them) to learn to write with their right hand because it's easier (to learn or to teach, I wonder...). That's the same situation of encouraged denial of one's identity that too many people face everyday: a lefty kid who has to choose between an unnatural and uncomfortable switch of hands and a piggy face on his notebook; a deaf kid who has to choose between getting taught in a language he can barely understand and not getting taught at all; a gay Christian who has to choose between living a lonely life and leaving his church, or even his family. I know it's not always possible to eliminate these painful dilemmas... but it still sucks to be between the devil and the deep blue sea. I'll repeat something I posted a couple of months ago: No one should ever have to choose between two parts of their identity.

OK, so I managed to turn this into a protest, haha. How's that for Left (Mexican political Left anyway)? I shouldn't be complaining so much, complaining is always annoying and it is most certainly not the objective of this blog; but these last days (maybe even weeks or months) I've been especially bothered by the weight of my individuality and its implications. Nothing regarding my left-handedness, which is completely fake and temporary, but rather some other much more real, natural and permanent aspects of myself that make me very different from the majority. But oh well... again, nevermind that. Enjoy the drawing and its cool texture, which I couldn't have achieved with my right hand.


Este diablo fue el primer dibujo «zurdo» que hice después de lastimarme la muñeca derecha. Probablemente le daría vergüenza saber que parece un unicornio... pero eso es parte de la belleza de los dibujos hechos con la mano ingenua: la destreza le cede el paso a la sinceridad. O algo así...

Estaba pensando en el diablo en esos momentos porque... (pos quién sabe, se mi'ocurrió nomás...)... probablemente porque la mano izquierda ha sido asociada con el diablo de muchas formas a través de la historia. La mano derecha es diestra y la otra es siniestra. Durante mucho tiempo y en muchas culturas, la zurdera se vio como una abominación o, en el mejor de los casos, un defecto a corregir.

Por desgracia, esto no ha cambiado lo suficiente. Los zurdos ya no son discriminados por la sociedad como otras minorías, pero muchos todavía sufren las consecuencias de ser diferentes. Aún hoy muchos maestros ven a los niños zurdos como una molestia (pues sí: hay que mover las bancas, no saben usar las tijeras, escriben sucio...), e incluso los animan (seamos optimistas y pensemos que no los obligan) a aprender a escribir con la mano derecha porque «es más fácil» (...¿aprenderlo o enseñarlo?). Y a esa misma situación, que fomenta la negación de la identidad, se enfrentan muchísimas personas todos los días: un niño zurdo que tiene que escoger entre «volverse diestro» y retorcerse en la banca; un niño sordo que tiene que escoger entre recibir educación en un idioma que apenas entiende y no recibir educación; un cristiano homosexual que tiene que escoger entre vivir una vida solitaria y dejar su iglesia o incluso a su familia. Yo sé que algunas de estas encrucijadas son inevitables, pero de cualquier forma es una joda estar entre la espada y la pared. Repito una frase (ajena) que publiqué hace un par de meses: Nadie debería jamás verse obligado a elegir entre dos partes de su identidad.

¿Qué tal? Convertí esto en una protesta. Será que lo escribió mi mano Izquierda. No debería quejarme tanto, es molesto y definitivamente no es el objetivo de este blog; pero estos últimos días (o semanas o meses) me ha pesado mucho mi individualidad y sus implicaciones. No pesa mi zurdera, que es completamente falsa y temporal, sino otros aspectos de mí, mucho más reales, naturales y permanentes, que me hacen muy diferente de la mayoría. Pero eso qué importa. Disfrutad el dibujo y su chidísima textura, que difícilmente habría salido de mi mano derecha.

viernes, 22 de mayo de 2009

What a bird should look like


Nasrudin found a weary falcon sitting one day on his windowsill. He had never seen a bird like this before.
“You poor thing,” he said. “How ever were you allowed to get into this state?” He clipped the falcon’s talons and cut its beak straight, and trimmed its feathers. “Now you look more like a bird,” said Nasrudin.

(This is one of The Exploits of the Incomparable Mulla Nasrudin, as told by Idries Shah. The drawing and calligraphy are courtesy of my left hand.)

Un día Nasrudín encontró a un fatigado halcón posado en el antepecho de su ventana. Jamás había visto un pájaro igual.
—Pobrecito —dijo—. ¿Cómo es posible que te hayan permitido llegar a este estado?
Cortó las garras del halcón, le enderezó el pico y le recortó las plumas.
—Ahora te pareces más a un pájaro —dijo Nasrudín.

(Ésta es una de Las hazañas del incomparable Mulá Nasrudín, según Idries Shah. El dibujo y la caligrafía son cortesía de mi mano izquierda.)

jueves, 14 de mayo de 2009

Celebrating Left-handedness - Oda a la mano izquierda


For reasons best known to myself, I have recently become left-handed. (If you must know, the main reason is a painfully sprained right wrist, which was NOT caused by practicing solo techniques on my... guitar... or on any other instrument. I fell down, really.) It's been a very interesting experience so far, and it probably (hopefully) won't last more than a couple of weeks, so I decided to embrace the idea and celebrate my left-handedness by sharing it with the world (i.e. the two or three readers of this blog): the drawing and the writing on this entry were done by my left hand, and so will the following ones, until my right hand is back in shape.

I think I've come to love my left hand more now that she's ‘in charge’*. I'm fascinated by her naïvety, by how she doesn't seem to know anything about subjects as basic as grabbing a fork, writing or drawing a more or less straight line (or even a "less" straight line), and yet her attempts at imitating her sister are so lively and excited. She's almost childlike.

Watching her move is like watching a child learn how to dribble a ball: she knows what she's supposed to do, but she has no idea how to actually do it. When she draws or writes she knows what it's supposed to look like, maybe her sister even told her what it feels like, but she doesn't have a clue which finger needs to be moved when. The result is surprising, both as art and as experience. I loved the feelings that her focused effort implied, and thinking about that made me rediscover the beauty of learning. In the process of learning, I also realized the strange, amazing beauty of not knowing.

This gives a whole new meaning to the words of an ancient wise master: “...do not let your left hand know what your right hand is doing.” **

(* Those typographically correct single quotes were damn hard to type using just my left hand. It almost got sprained just from the unnatural Paganini-like stretching. Why oh why isn't there an alt key on the right side of the keyboard? I guess next time I'll use my feet. Or my nose.)
(** Yes, I did use my nose to type these quotes, for the sake of my one good hand.)


Hace unos días me volví zurdo. Es una zurdera falsa y temporal (causada, si han de saberlo, por algo que creo que es un esguince en mi muñeca derecha), y eso la hace una experiencia muy interesante. Ahora que mi mano izquierda está «a cargo», creo que la quiero más que antes, y he decidido que se merece una oda (escrita y dibujada por ella misma porque, ni modo, no hay nadie más que lo haga). Todo lo publicado en este post y en los siguientes está hecho a mano... izquierda, hasta que la derecha esté lista para regresar al juego.

Como decía, ha llegado a gustarme mucho mi mano izquierda. Me fascina su ingenuidad, su ignorancia como de niño. Parece que no sabe nada de cosas tan básicas como agarrar un tenedor (con los picos pa'rriba) o escribir una «a» al derecho (¡ya no digamos una «d»!), pero sus intentos por imitar a su hermana están llenos de una emoción y una avidez que uno (casi) sólo encuentra en los niños. Cuando dibuja o escribe, sabe cómo deben verse las cosas y tal vez incluso (por los chismes de su hermana) cómo debe sentirse, pero no tiene idea de cuáles dedos deben moverse o hacia dónde. El resultado es un dibujo interesante y una experiencia reveladora. A través de los movimientos torpes pero casi enternecedores de mi mano izquierda redescubrí la belleza del aprendizaje y, extrañamente, la belleza de la ignorancia.

Esto les da un nuevo significado a las palabras de un maestro del siglo primero: «No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha».

(A los tipógrafos: los reto a escribir comillas tipográficamente correctas usando sólo la mano izquierda. Inglesas o francesas, igual van a sentirse Paganini. Pero sin mouse, eso es trampa.)

martes, 10 de marzo de 2009


Un día se me ocurrió mezclar partes de cosas viejas. Tenía escritos unos versos de La otra orilla, de José Carlos Becerra; tenía dibujada media mujer estoicamente caritativa de Bouguereau; tenía pedazos de ilustraciones para Chaleur de The Incognito Traveller... A veces las cosas (y las personas) encuentran pareja en lugares insospechados.

«y fue como si una mano enguantada tuviera todas las cosas en el puño»


[...]

Y estoy en esta ciudad como en otra canción que tampoco recuerdo, que tal vez nunca estuvo en mis labios,
como en otra palabra que me ocupa gran parte del día
y luego en la noche es mi primera muerta.

Estoy en este parque donde los almendros apenas sugieren la brisa, el tiempo de las hojas,
bajo este cielo encallado en la mañana
como una inmensa nave antigua —recuerdo de otros dioses, de otros hombres
y de otras batallas—
y mi mirada abre de par en par los brazos para recibir al paisaje
pero es inútil, en el paisaje hay algo de mirada,
algo también con los brazos abiertos…

Una brisa muy joven sopla entre los almendros, una brisa lejana sopla entre mis labios,
y es el silencio,
el silencio de la torre de la iglesia bajo la luz del sol,
el silencio de la palabra iglesia, de la palabra almendro, de la palabra brisa.

Hay un radio encendido en un estanquillo cercano,
pasan unos novios —casi niños— cogidos de la mano,
el sol empuja la torre de la iglesia hacia otro mediodía…
Yo iba a decir algo; cogí la pluma para eso, cogí mi alma para eso;
¿qué iba a decir?

Así paso ese día caluroso y nublado,
así la torre de la iglesia empujada por el sol como un barco llevado por el viento,
cruzó por mi pecho, y luego la noche se cerró sobre las casas, sobre las aguas del río,
sobre la historia de aquella mañana,
y fue como si una mano enguantada tuviera todas las cosas en el puño.

Yo iba a decir algo, yo tenía esta pluma en la mano…

[...]

Fragmento de La otra orilla de José Carlos Becerra.

lunes, 9 de marzo de 2009

I am not like you. That makes us stronger.



This is a poster I made to show people (and myself, sometimes) how me being 'different' from them is a good thing. I was slightly depressed because I felt my work (and my personality) didn't fit anywhere among the work of all the genius-crazy and unbearably creative conceptual artists that surrounded me at that particular time. They seemed so... concretely profound... or at least politically relevant... and then there were my drawings, subtle degrading to vague, and apparently shallow, all form and no meaning. But then I thought, "Hey, myself, your work is valuable on it's own right. Comparisons are, at best, pointless. Tell them." And along came the Lion and the Antelope, saying subtly (perhaps vaguely, but who cares) that diversity is good.

That's it for the poster, but I'd like to share some thoughts on diversity. About a month ago I attended a lecture by Frederick Willem de Klerk precisely about that. Being a former president of South Africa and a Nobel Peace Prize Laureate for leading his country out of apartheid, he must know what he's talking about. Among many interesting things, he said three that felt like revelations to me:

1. We all belong to many groups, and in some or all of them we are a minority.
2. To unite a crowd of ethnic groups, there must be a culture of pride in diversity.
3. No one should ever have to choose between two parts of their identity (for example, between their ethnicity and their nationality).

I think this last thought is beautiful and true. I wanted to ask him, though: how do you achieve that when a group feels that part of their identity is the conviction that another group should be erradicated, as is often the case with fundamentalists? I think a culture of pride in diversity doesn't need agreement, but it does need constant effort.

Some time ago, I heard the great Mexican flute player Horacio Franco say something that changed the way I thought about diversity. He said, "I hate the word 'tolerance'. 'You're horrible, but I tolerate you.' What we need is not tolerance, but understanding." I think a true effort to understand a posture opposite to ours, even if we don't succeed, makes us feel closer to our opponents, which eliminates (or at least reduces) the negative feelings that could later become violent actions. Making that effort is very difficult sometimes because, in the words of Stefan Sagmeister, "everybody thinks they are right." Me too. You too. But, paradoxically, I have found that realizing that simple fact makes it a lot easier.

jueves, 8 de enero de 2009

Este soy yo en dibujos y palabras.